
Extraño las tardes cuando estaba en lo de mis abuelos y
jugaba todo el tiempo. Era feliz, quería crecer, me acuerdo que la mayor parte del día me pintaba y usaba cosas para
creerme más grande, para llegar a esta edad, y ahora que llegué, me di cuenta de que
era más feliz antes, vivía
sin preocupaciones (no me quejo, si no fuera por ellas no tendría problemas, y
no hubiera madurado), con mis pequeños problemas de chica, que con unos dibujitos y galletitas, se iban. Amaba pasar
todos los sábados con mi mejor amiga haciendo nuestras boludeces, tan lindas. Son cosas que para toda mi vida van a quedar marcadas, que bonito recuerdo, uno de los
pocos que no me hacen mal.
Aunque en mi diario íntimo escribía todo lo que quería cambiar, quienes me caían mal y quería que desaparezcan, a pesar de eso era la concentida, porque estaba solo yo, ninguna de mis hermanas (no me arrepiento que existan, sería muy egoísta y juzgadora ahora si no fuera por ellas), todo giraba en torno a mí
, que niña malcriada era.