
Ella ya estaba considerando avanzar nuevos pasos en la relación, aunque sea a futuro, y hasta creyó que podría ser novia de aquél alocado chico que conoció casi de casualidad. En un punto fue gracias a su innegable cualidad de mujer, esa de entregarse al amor ideal en cuanto aparentara acercarse un poco, y por otro lado, estaba segura de que nunca se aburriría de las bromas y la forma de ser de él.
Él estaba seguro que luego de la tercer cita, y habiéndola visto más de quince veces en días casi consecutivos, todas las tardes de lunes a viernes, estaba seguro de que esa noche era la perfecta para cumplir su objetivo: Sexo y adiós.
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