miércoles, 25 de agosto de 2010

Nos arriesgamos sin pensar en las consecuencias

La culpa es como un perro que ladra: no muerde, pero esta todo el tiempo presente, es imposible dejar de escucharla. La culpa te cierra la boca y el corazón. La culpa te enceguece. La culpa te encierra. La culpa te mata en vida. El arrepentimiento siempre llega tarde, pero nunca es tarde para arreglar eso que hiciste mal. Reparar no vuelve el tiempo atrás, pero te permite mirar hacia adelante. Quizás jamas deje de escuchar el ladrido de esa perra, tal vez siempre me atormente, tal vez nunca pueda olvidar a esa perra llorando desolada por sus cachorritos, pero tal vez pueda reparar algo. Tal vez, algún día, pueda escuchar el ladrido de algún perro y ya no sentir culpa por lo que hice.

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